sábado, 25 de noviembre de 2006

No tengas criada que es muy feo



Artículo de Extra aulas en el que se reflexiona sobre la trascendencia social del aparentemente inocente hecho de meter en casa a "alguien que te ayude"









NO TENGAS CRIADA, QUE ES MUY FEO

Respirar felizmente al entrar en casa, por la noche, tras un largo e intenso día de actividades, de encuentros, de imágenes, de bullicio, de estar en la calle, en los autobuses, en las aulas, en las bibliotecas, en los bares, es una sensación tan agradable como beber un vaso de agua cuando tenemos sed o abrigarse con una dulce bufanda cuando hace mucho frío. Cerrar la puerta y pensar, qué a gusto, qué bien, estoy en mi espacio, puedo vivir tranquila, hablar libremente por teléfono, cenar la sopa que yo misma preparo, sentarme, pensar, pensar en el futuro. Cuando se es joven se suele pensar en el futuro porque no hay mucho pasado. Pensar en el presente, que se escapa muy deprisa. Ya otra vez las vacaciones, y otro curso, otros alumnos, más enredos, más vida y otras vidas. Así deseaba yo vivir lo que solemos llamar “vivir mi vida”, de manera independiente, anónima, en mi casa, sola, sin empujones, a mi aire. Creo que la libertad es algo más filosófico, más profundo, pero yo me la representaba más o menos de esta forma.
Una vida con esta actitud tiende a resolver las cuestiones domésticas a través del esfuerzo propio: hay que barrer, limpiar, lavar, planchar, comprar, preparar las comidas, atender la economía, las reparaciones, etc. Cuando una se acostumbra a vivir así, no es difícil continuar ocupándose de tareas tan vitales y necesarias para conservar una buena salud y un equilibrio.
Pienso que ninguna mujer tiene por qué lavarle las bragas a otra, ni limpiar, ni ordenar sus cosas. No me gustaría ser criada. Rechazo la vieja afirmación de que “todos los hombres tendrían que ir a la mili y todas las mujeres a servir”, en el sentido de que la mayoría de quienes decían eso no querían que sus hijas fueran criadas, y si podían evitar que sus hijos cumplieran el servicio militar, no tenían ningún escrúpulo. La idea de solidaridad, en cambio, sí me parece defendible y deseable. Actualmente en España se ha conseguido eliminar el servicio militar obligatorio, aunque hay sectores progresistas que piensan que la defensa ha de estar directamente en manos del pueblo. Esta conquista social ha costado la cárcel a no pocos objetores de conciencia. Durante el franquismo, a pesar de ser la mili una obligación ineludible, muchos hijos de papá conseguían escaparse de tan ineludible deber. Las criadas, sin embargo, siguen existiendo, no como servicio militar obligatorio, sino como imperativo de la pobreza y la desigualdad. Lo que pasa es que ahora no son las españolas de 1910, las que iban a servir a Buenos Aires o a La Habana, ni las de 1940 que iban a servir a París o a Zurich. Ahora son las filipinas que van a servir a Arabia Saudita o las hispanas, incluso universitarias, que se ven obligadas a trabajar en nuestras propias casas, en casas de españolas cuyas abuelas fueron criadas. Y ¿para eso hemos ido a la universidad y hemos conseguido un trabajo y pertenecemos a un sindicato? ¿Para tener una criada filipina? Ya sé que la vida de la mujer trabajadora con cargas familiares es muy difícil y que dar trabajo a una persona que lo necesita es colaborar a su sustento, pero yo creo que el trabajo de criada es más alienante que emancipatorio. Desde luego a mí no me gustaría nada verme obligada a tener que servir para comer y malvivir. Además es un trabajo que casi siempre les corresponde realizarlo a las mujeres, a la parte de la sociedad más azotada por la pobreza y el analfabetismo.
Hay muchas palabras para designar a las criadas: “muchacha de servir”, “sirvienta”, “empleada de hogar”, “mucama”, no os podéis imaginar el efecto que me produce oír hablar de la mucama a una señoritinga centroeuropea que ha vivido en Argentina. Los términos “asistenta” y “chica”, parecen más suaves. Recuerdo que la hermana de una de mis amigas se matriculó en la carrera de “Asistente Social”, era de las primeras promociones. Otra de nuestras compañeras pensaba que eso era trabajar limpiando las casas y mi amiga se sintió muy ofendida. En el extremo más terrible se halla el sometimiento de la “sierva” y la completa alienación de la “esclava”, no precisamente de las “Siervas de San José”, ni de las “Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús”, de las que también habría mucho que decir en materia de educación. Me ha sorprendido leer el origen que María Moliner atribuye a “esclavo,-a”, dice: “del bizantino «sklavos», eslavo y esclavo –porque de los eslavos se sacaban esclavos-“. Esto viene a reforzar el carácter geográfico que corresponde a esta actividad tan poco deseable. En cada época la pobreza se concentra en un lugar, menos mal que va cambiando a lo largo de los siglos, pero la situación de la víctima siempre es la misma, ¿qué le importa a la [1]“ilustre fregona” su pasado linajudo, si con lo que se encuentra es con una casa por barrer? Es cierto que hay sitios de donde vienen las criadas, de lugares con graves problemas políticos: dictaduras, corrupción, subdesarrollo, pero no nos engañemos, la pobreza es un país y todos los pobres del mundo viven en el mismo país. Muchas veces vivimos en ese país sin darnos cuenta, porque tenemos una familia muy grande, o porque vivimos en contacto con la naturaleza, o porque nuestra religión es la verdadera y nos conforma, y sobre todo porque no hemos visto nada más y la ignorancia limita nuestras aspiraciones.
Sin embargo, siempre hay niñas que imaginan, que piensan más y quieren salir, piensan: “no puedo vivir aquí, no puedo vivir así, tengo que hacer mi vida”, éstas tienen ventaja porque quieren aprender y esa es condición necesaria para conseguirlo, a veces no es suficiente. Otras niñas habrá a las que la simple observación les baste para despertarles una conciencia de clase y se dirán: “yo soy pobre, mi familia es pobre, no tengo dinero, no tenemos dinero, esto no puede seguir así y yo tengo que hacer algo”. Este grupo está destinado a una lucha feroz, con inciertos resultados. En tercer lugar se nos presenta como una patada, el golpe más doloroso: “tengo hambre, tengo hambre por las mañanas, y por las noches, y muchas veces”, estas personas tienen que sobrevivir, pero esto no va a ser fácil para ellas.
Muchos libros han escrito los hombres, pero hay algunas escritoras capaces de expresar, con voz propia, aquello que nunca había sido dicho. Si hubiera leído las obras completas de Menéndez Pelayo, podría decir que es muchísimo más instructivo un libro de Maruja Torres. Mujer en guerra es una obra recomendable para todos los españoles nacidos después de 1968, porque en ella encontrarán cómo se han alcanzado las condiciones de vida y libertad que ellos disfrutan. No siempre ha habido ESO, ni ciclos formativos, ni tantos libros a nuestra disposición. Es verdad que las jóvenes generaciones, como todas las habidas y por haber, no nacen enseñadas. Es nuestra tarea, la de los profesores y escritoras revelarles lo que es auténtico y esencial. Maruja Torres, con su inteligencia sagaz y su fortaleza luchadora nos deleita y nos escribe lo que hay que saber.
Sí os puedo asegurar que a mí me emociona más la peixeira gallega, tal como está en la figura de Sargadelos que me regaló América, que el mismísimo Cristo de Velázquez, tan admirado por Unamuno, un escritor culto y fiero, pero bastante lejos de nosotras. Él escribió sus libros y nosotras tendremos que escribir los nuestros. Unamuno, tan berroqueñamente hard, según Fernando Savater, siempre está de cuerpo presente en sus obras. Me lo imagino como en una danza trágica y agónica intentando sobrepasar las estrellas, creo que bajo la inspiración de El sentimiento trágico de la vida se podría crear un ballet por todo lo alto.
Este tema de las criadas aparece bajo diversas formas desde antiguo en los textos que se han conservado. En la Biblia ya está muy presente, por ejemplo, Ismael es hijo de la esclava Agar y de Abraham. Sin ir tan lejos, en la literatura española de los siglos XIX y XX tenemos materiales más que suficientes para estudiar a fondo un tema que está en la base misma de la concepción de sociedad, trabajo, división del trabajo. Galdós nos ha dejado magistrales páginas que pueden ayudarnos a detestar un tipo de sociedad donde la servidumbre no es la peor salida para las niñas pobres. Recordad a la entrañable supergobernanta con capacidad para ministra, especialmente en los ministerios de la usura, Doña Lupe y su criada Papitos. Papitos, que se lleva buenas repasatas, también urde sus venganzas, como airear en el balcón el embuste de su ama. Leed Fortunata y Jacinta.
Si todas las personas nos preocupáramos lo más posible de aquello que necesitamos para vivir, ninguna chica tendría que estar sometida a las arbitrariedades de muchas señoras y muchos señores, que posiblemente sólo sepan mandar y a veces ni eso. No creo que nadie vaya a perder sus capacidades por hacer las cosas de la casa, antes bien al contrario, aprenderá a valorar el trabajo y a saber lo que cuesta. Ni Ortega habría perdido su brillantez, ni Juan Ramón su sensibilidad, ni Valle Inclán su genio, por fregar los cacharros, barrer la casa o poner un cocido.
Con muchas materias de la cultura entronca el tema de la servidumbre: la historia, la política, la religión, la educación, la filosofía e incluso la estética, porque tener criada es muy feo. Pero ¿por qué es feo tener criada? Tener criada es feo porque si tienes criada en algún momento, con alguien, vas a hablar de este tema, te lo aseguro, y por muy moderna que seas y muy al día que estés, vas a expresar tus experiencias: bien porque no encuentras chica, bien porque se te ha ido la que tenías. O incluso no podrás menos de referir los buenos postres que te prepara, o los estrapalucios que te hace. La comunicación entre las personas no es muy fácil y siempre tiene sus trampas, mucho más con una extraña que entra en un universo que no conoce. No te va a faltar ni un pelo para decir aquello de: “¡cómo está el servicio!” y no me digas que eso no es feo.
Lo realmente grave es el entramado ético al que te conduce el meter a una persona en tu casa. Esa persona no es una lavadora, ni un ordenador, esa persona tiene sus enfermedades, sus carencias, su familia, su historia y tú no vas a poder permanecer ajena a todo eso. Cómo si no tuvieras bastante con tus obligaciones, te echas encima una responsabilidad humanitaria y hasta la posibilidad de convertirte en un demonio.
Reflexionar algo sobre un tema tan espinoso puede ayudarnos a comprender mejor, pero es muy fácil pillarse los dedos. Perfectamente comprendo que no siempre se es joven ni se tienen tantos ánimos. Sería el momento de plantear cómo pensamos resolver individual y socialmente los problemas domésticos que acarrean las cargas familiares, y la vejez siempre pendiente.
[1] Ya sabemos que La ilustre fregona es el título de una de las 12 Novelas ejemplares de Cervantes. Pero yo desde esta nota a pie de página, aunque me gustaría hacerlo de mejor manera, lo que quiero es agradecer a Manuel Jalón, que lo tengo aquí, grapado en la pared, delante de mi ordenador, mi madre pregunta: pero ¿quién es ese hombre? Y yo le contesto: - ese hombre es Manuel Jalón, el inventor de la fregona. En Egipto no se han enterado de tal invento. La fregona de Manuel Jalón es más que ilustre, es liberadora. No creáis, que a alguna de esas que se creen muy señoras les he oído decir “la fregona, la guarrona”.

SI VOLS SER BEN SERVIT FES-TE TU MATEIX EL LLIT

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