sábado, 26 de abril de 2008

Escolares en fuga






TRES MOCHILAS ROJAS

Ivanov, Ibrahim y Joaquim no aparecieron por clase en toda la semana. El martes la tutora intentó hablar con alguien en los números de los teléfonos móviles que habían dado en secretaría cuando hicieron la matrícula, pero fue en vano. El miércoles el primo de Iván y la madre de Joaquim preguntaron en el instituto si alguien sabía dónde estaban. El viernes la policía informó a la directora que tres escolares con mochila roja habían sido descubiertos en un barco pesquero que había zarpado de Lisboa rumbo a Canadá.
El viernes anterior a la fuga por la frontera de Portugal, Iván, Ibrahim y Joaquín llegaron muy tarde a clase a su instituto de Carabanchel, se habían entretenido en el parquecillo que hay cerca de la estación, según nos contó Sian Sian, quien les dijo que ya eran más de las ocho y media. Esos tres alumnos formaban como un equipo deportivo, con sus cazadoras negras y sus mochilas rojas en las que podía entrar cualquier cosa, y de las que podía salir cualquier susto. Aquel día no salieron helados, ni aceitunas, ni cigarros, como en otras ocasiones.
Ibrahim soltó de su mochila a un gatito que nos liberó del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo, de su negación implícita y nos hizo mover de nuestros sitios para ir a jugar con él. Así aprendimos adjetivos como suave, acurrucado, melindroso y felino. Ibrahim nos contó que su maestro en Agadir le había dicho que el profeta Mahoma, una vez, había recortado su túnica para no despertar a su gato que dormía sobre ella mientras él estaba sentado y que le impedía levantarse para atender a una persona que llamaba a la puerta.
Al momento y en medio de la escena del gatito, Ivanov sacó su viejo violín que había traído desde Hungría y se puso a tocar aquella nana de Warshawsky en la que el maestro invita al estudio de las letras, letras que ríen y letras que lloran.
Joaquim, el brasileño, que no quería jugar al fútbol en prosa, sacó su balón y se puso a hacer piruetas aplaudidas por toda la clase.
La profesora, con miedo del alboroto formado por causa del gato, del violín y del balón y después de desistir de tan antipático pretérito, tuvo la ocurrencia de escribir en la pizarra para después del recreo:
El gato piensa sigiloso:
“fútbol et musique avant toute chose”

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tras debatir con un astrónomo de cabeza cuadrada, que cree que ya sabe y que, por tanto, yo soy el único que tiene cosas que aprender antes de hablar (me dijo que leyera a Popper y a Lakatos), yo, que tras 28 años enseñando sigo y seguiré siendo un alumno sumamente curioso, llegué a Lakatos, y de Lakatos a Varsavsky, y de Varsavsky a Feyerabend y al anarquismo epistemológico, o sea, a donde ya estaba yo sin saberlo antes de empezar la cadena.

Y allí, en uno de los lugares donde leí sobre el anarquismo epistemológico estaba tu mensaje y el enlace a tu blog, un lugar que, de alguna forma, se parece bastante al mío.

Anónimo dijo...

http://www.oscarortega.com

Clédson Miranda dijo...

Agustina, querida, por donde andas?! Tengo saudades! Dá señales de vida!

Abrazos,
Clédson

Clédson Miranda dijo...

Agustina, minha querida!

Que bom saber que estás viva! Amei receber um comentário teu em meu blog!

Como você está?

Abraços ternos, minha querida!

Clédson Miranda dijo...

Tengo mucha soledad de tí, mi querida amiga.

Gracia por tu comentario en mi blog... creo que esteas bien... así lo espero!

Abrazos tiernos, mi querida!
Clédson